La bruma del ambiente difumina
oníricos paisajes
en la paz de las sendas mortecinas.
Aposento, con óptima acogida.
El romero se siente confortado.
Canta mientras camina.
[...]
(Ramón Viso)
Después, pasada la tierra de León y los puertos del monte Irago y monte
Cebrero, se encuentra la tierra de los gallegos. Abunda en bosques, es agradable
por sus ríos, sus prados y riquísimos pomares, sus buenas frutas y sus clarísimas
fuentes [...] Abunda en pan de centeno y sidra, en ganados y caballerías,
en leche y miel y en grandísimos y pequeños pescados de mar. (Liber Sancti
Jacobi. Lib. V, cap. VII, pág. 523)
O'CEBREIRO MERECE SIN LUGAR A DUDAS UN PUESTO DE HONRA ENTRE LOS MUCHOS
LUGARES EMBLEMÁTICOS DEL CAMINO DE SANTIAGO. AQUÍ EXISTIÓ EN LA EDAD MEDIA
UN REFUGIO DE PEREGRINOS, CONVERTIDO LUEGO EN HOSPITAL, UNO DE LOS MÁS IMPORTANTES
DE LA SAGRADA RUTA JUNTO CON RONCESVALLES Y SOMPORT, QUE LLEGABA INCLUSO A
OSCURECER LA FAMA DEL CENOBIO ADJUNTO, CUYOS ORÍGENES ALGUNOS HISTORIADORES
REMONTAN EXAGERADAMENTE HASTA EL SIGLO IX. LO QUE SÍ ESTÁ CLARA ES YA SU EXISTENCIA
EN EL SIGLO XI, PUES EL REY ALFONSO VI LO PONE BAJO LA PROTECCIÓN DE LA ABADÍA
DE SAN GERARDO DE AURILLAC. FUE REGIDO POR MONJES BENEDICTINOS HASTA SU DESAMORTIZACIÓN,
EN 1854.
En los documentos medievales aparece con el nombre de Portus montis
Februarii, Zebrarii o Ezebrarii. Su nombre, según A. Moralejo, puede
estar en relación con los cebros u onagros (asnos salvajes), que habría
por la zona.
La iglesia, Santa María la Real, tiene una torre-porche construida con
losa de pizarra que le da un aspecto totalmente original. El interior
está articulado en tres naves irregulares y baptisterio. En una de las
naves laterales se encuentran expuestas dos ampollas de cristal de roca
y plata para guardar las reliquias del prodigioso milagro ocurrido en
el siglo XIV. Un vecino de una aldea cercana acudió al templo un día
en el que el lugar era azotado por un fuerte temporal de nieve. El sacerdote
que oficiaba pensó para sus adentros que era bien estúpido arriesgar
la vida y la salud para ver únicamente un trozo de pan y unas gotas
de vino. En aquel momento, la sagrada forma se transformó en pan y el
vino en sangre. Se dice, incluso, que la imagen de la Virgen de los
Remedios inclinó la cabeza en señal de adoración. Son muchos los peregrinos
que dan cuenta del prodigio, desde Laffi hasta Molina, en sus relatos.
No faltan quienes quieren relacionar este milagro con las leyendas del
Santo Grial. En la misma capilla se encuentran los enterramientos de
los protagonistas del milagro. En la otra se encuentra el sepulcro de
Elías Valiña, párroco del lugar de 1959 a 1989, verdadera "alma mater"
de O'Cebreiro y gran revitalizador de las peregrinaciones contemporáneas.
Desde 1962 hasta su muerte recorrió incansablemente la geografía del
Camino Francés pintando las entrañables flechas amarillas, editó un
boletín informativo y una guía práctica. Ningún peregrino llegaba a
O'Cebreiro sin que fuese atendido por él con verdadera solicitud y cariño.
Un busto con un monolito cargado de placas de homenaje le rinde merecidísimo
homenaje. El premio que todos los años otorga la Xunta de Galicia a
aquellas organizaciones que más se hayan distinguido en proteger y difundir
las peregrinaciones a Santiago lleva su nombre.
Otra de las curiosidades que O'Cebreiro ofrece al visitante o peregrino
son las pallozas, singulares construcciones de arquitectura funcional,
en las que algunos han querido ver una pervivencia de las cabañas de
los castros celtas. En ellas convivieron, en amplias zonas de la montaña
lucense, personas y animales hasta bien entrados los años 60. Poco han
ido siendo sustituidas por viviendas de piedra o materiales menos nobles
como el ladrillo y el cemento. Una las pocas que quedan en pie es explotada
actualmente como museo etnográfico.
Durante muchos años el pueblo estuvo sumido en una profunda depresión,
fruto de la emigración, tanto interior como exterior. La recuperación
de las peregrinaciones, sobre todo a partir de 1993, llevó a las distintas
administraciones a promover diversas obras, como la construcción de
uno de los albergues mejor dotados del Camino, así como a la rehabilitación
integral el conjunto, no exenta de polémicas, pero que sin lugar a dudas
ha revitalizado el lugar y elevado el nivel de vida de los vecinos.
Prácticamente en cada casa existe un negocio de hostelería o de venta
de productos artesanales, como el sabrosísimo queso, o recuerdos de
toda índole.
Desde O'Cebreiro descendemos hacia Linares, el Linar de Rege
de Aymeric Picaud. El nombre hace referencia a las plantaciones de lino
que allí tenían los monjes de O'Cebreiro. Hay una iglesia medieval dedicada
a San Esteban, y de estilo muy similar a la de O'Cebreiro.
En el alto de San Roque (1.270 m.) existió una capilla dedicada al santo
peregrino, de la que no se conserva ningún resto. En su lugar se yergue
desde 1993 una impresionante estatua de bronce, del escultor Acuña,
que representa a un peregrino que lucha contra la ventisca apoyándose
en su bordón y sosteniendo con la otra mano el sombrero. Resulta de
una fuerza plástica impresionante y se ha convertido por méritos propios
en uno de los símbolos más importantes de la ruta jacobea en Galicia,
convertido en icono de insignias, postales, pegatinas, etc.
Continuamos ascendiendo hasta el alto do Penedo, divisoria de aguas
de las vertientes cantábrica y atlántica, y llegamos a Hospital, nombre
ampliado en los relatos medievales con de la Comtesse o de
Gundis, según los autores fuesen francos o germanos. También aquí
nos encontramos con otra iglesia del siglo XII y de estilo similar a
las dos anteriores.
En Padornelo (Paturnelo en la "Historia compostelana") existe
una iglesia del siglo XVI dedicada a San Juan, propiedad de la encomienda
del mismo nombre.
Pasado el alto do Poio, el punto más alto del Camino en Galicia (1.335
m.) descendemos hacia Fonfría, donde según Vázquez de Parga, en los
años 40 todavía existían restos del empedrado de la antigua calzada
de peregrinos. Hubo también aquí un hospital, llamado de Santa Catalina
y dependiente del Sancti Espritus de Melide. La iglesia parroquial,
construida en caliza y también bajo la advocación de San Juan, no tiene
apenas valor artístico alguno.
Viduedo posee una sencillísima y rústica capillita dedicada a San Pedro.
Conforme descendemos podemos contemplar la cantera de Cotelos, ya explotada
en el Medievo, pues nos cuenta Picaud que aquí los peregrinos cogen
una piedra y la llevan consigo hasta Castañeda para hacer cal con destino
a la obra de la basílica el Apóstol.
Es, posiblemente, la vista del valle de Triacastela, desde estos lugares,
una de las más hermosas de todo el Camino. Recomendamos al peregrino
que la realice al atardecer, a esa hora que en Galicia damos en llamar
"bruja" o "entre lusco e fusco"; resulta fácil intuir la idea de infinitud
o de eternidad en estos lugares.
Continuamos bajando hacia Triacastela por Filloval, As Pasantes, con
capillita de la Virgen de los Remedios, y Ramil, a cuya entrada se encuentra
un impresionante y centenario castaño, admirado por peregrinos de varios
siglos.
Triacastela era el final de la décimoprimera etapa del Calixtino. Aunque
su nombre nos sugiere la idea de la posible existencia de "tres castillos",
éstos no existieron nunca, por lo que hay que pensar quizá en tres castros
o una orientación viaria "tira Castela". Alfonso IX intentó con repoblaciones
construir aquí una población importante. Para Vázquez de Parga, hace
60 años, ofrecía un aspecto mezquino con pobre urbanización.
Hoy en día, la urbanización ha sido en algunos casos salvaje y ejemplo
de lo que no se debe de hacer en un itinerario de interés cultural.
La iglesia de Santiago fue reedificada en el año 1790, conservando un
ábside románico. En el interior es venerada una imagen de Santiago peregrino.
Existió aquí también cárcel de peregrinos, conservándose gran parte
del edificio; llaman la atención, sobre todo, las inscripciones grabadas
en las piedras de la puerta de entrada.
Hasta aquí se desplazaban, según el autor del Calixtino, enviados de
los hospederos compostelanos para engatusar a los peregrinos: si
queréis tener un buen hospedaje en Santiago, hospedaos en mi casa...
Ya dejaron los Altos del Cebrero,
de empinadas hirientes asperezas.
Y bajan a San Juan de Padornelo,
hasta el alto de Poyo con sus crestas.
En la etapa final de la aventura,
se ve Triacastela ,abierta a los caminos
de las grandes legiones andariegas,
una villa de huertas y maizales,
con establos de vacas y praderas.
Con escudos en casas señoriales,
y románicos ábsides d piedra.
Cárcel de peregrinos,
con lamentos grabados en las celdas.
[...]
Aquí, Triacastela...
Hostal de peregrinos
y casas de nobleza
acogían al pobre aminante,
en religiosa caridad fraterna.
(Ramón Viso)
En Triacastela podemos escoger dos formas de llegar a Sarria, por
Samos, a orillas del río Sarria o por San Xil.
Subiendo hacia San Xil nos encontramos con la fuente dos Lameiros, decorada
con una enorme concha jacobea.
En Lousada de Samos vive un singular "artista", Antonio Bello, emigrante
en Suecia y Sudáfrica durante su juventud. Retornado a su aldea natal,
dio cobijo en los tiempos duros a los escasos peregrinos que por allí
aparecían. Trabajaba la piedra, o mejor dicho, la piedra pulverizada
y pigmentada. Sus obras pueden gustar o no, pero desde luego a nadie
dejaban indiferente. Según él, las piedras de estos lugares están cargadas
de una energía especial denominada "bril" y que incluso acuden aquí
ovnis a recargarse de ella. ¡Ojo, por tanto, al circular por aquí, no
vayamos a ser abducidos! Nuestro artista se enamoró hace un par de años
de una peregrina brasileña, se casó, y se fue para Brasil.
Ya con Sarria a la vista cruzamos Pintín, Calvor y Aguiada, donde desemboca
también la variante de Samos. Hay una pequeña capilla de la Virgen de
la Asunción y un "peto de ánimas". Son éstas pequeñas construcciones
en forma de altar y con imágenes que representan a las almas entre las
llamas del purgatorio. Suelen tener al pie de las imágenes un orificio
por donde los caminantes pueden dejar su limosna para conseguir que
las apenadas almas puedan por fin alcanzar la gloria.
El valle del Oribio parece al peregrino llegada al mismísimo paraíso terrenal (...) El Oribio, sereno, imperturbable, entona aquella primera y única canción desde que el mundo es mundo (...) Al borde del Oribio, junto a los altos robles y castaños, se le ocurre al peregrino que a nuestro mundo le sobran prisas y le faltan silencios. (...) En el silencio del Oribio, preñado de rumor de aguas, de cantos de los pájaros, de susurros del viento entre los robles, de alguna voz que reclama a las vacas, percibe el peregrino la armonía de Dios. (...) Y brota la oración como una nota más en la melodía armoniosa de los seres creados.
(Vicente Malabia)
La primera entidad de población que encontramos siguiendo la carretera
general hacia Sarria es San Cristovo do Real, interesante conjunto etnográfico,
con iglesia del siglo XVII, que contiene un interesante retablo churrigueresco.
El Camino transcurre a partir de aquí por las orillas del río Sarria
u Oribio, pasando por Renche, con iglesia sin demasiado valor artístico,
Lastres, Casal de Arxús, Freituxe, con capilla, y San Martiño do Real,
con iglesia románica. Por los barrios de Outeiro y Fontao, flanqueando
restos de la vieja muralla que delimitaba las propiedades del monasterio,
entramos en Samos.
Tan recogido, tan estrecho, tan soterrado queda este monasterio entre
cuatro elevados montes, que por todas partes no sólo está cerrado, sino
tan hundido, que sólo es visto por las estrellas cuando las logra verticales.
(Padre Feijoo).
Este
monasterio, anterior incluso a las peregrinaciones, está dedicado a
los mártires San Julián y Santa Basilisa. Según algunos eruditos, el
topónimo puede tener su origen en "Sámanos", alusivo a una primitiva
comunidad eremítica. Su origen es impreciso. Nos constan varias restauraciones,
una ya en el siglo VII. Alfonso II el Casto, el primer monarca protector
del Camino estuvo oculto y fue educado en este lugar durante algunos
de su infancia y juventud. Ya desde el siglo XVI constan en el libro
de defunciones los nombres de peregrinos de diversas nacionalidades
fallecidos en el lugar o alrededores y aquí enterrados.
En el escudo de la abadía aparecen, como no, conchas jacobeas orlando
el milenario ciprés y la capilla, que se encuentran a muy corta distancia.
Esta capilla es una sencilla construcción del siglo X de estilo mozárabe,
a la sombra de uno de los árboles más antiguos no sólo de Galicia, sino
de España, un milenario ciprés, de hechuras más firmes y robustas que
los de Silos y Santa Creus, pero que no ha tenido, por desgracia, o
suerte, la campaña de "marketing" poético de estos últimos. De todas
formas, Ramón Cabanillas, poeta gallego contemporáneo, le cantó así:
Miles de soles dieron la vuelta al mundo
desde que una santa mano benedictina
plantó en tierra este ciprés votivo
al lado de la ermita.
....................................
El tronco fuerte, rígido y ceniciento
enmantado en follaje verdemoro,
vive sereno, estático, callado,
místico ensueño.
.............................
¡Hermano de los graves monjes silenciosos,
Símbolo de la plegaria y del recato,
resalta y luce en el abacial escudo
gloria de Samos!
La desamortización de Mendizábal y un incendio ocurrido en 1951 dieron
al traste con una de las mejor dotadas bibliotecas del país.
Toda la fábrica, excepto la fachada de la iglesia mantiene el estilo
constructivo de la comarca. Alberga en su interior dos claustros. El
más pequeño data del siglo XVI; está abovedado y decorado con claves,
y algún arquitecto o cantero con sentido del humor se ríe desde el más
allá de los admiradores de su arte con la inscripción que grabó en un
rincón: "¿Qué miras, bobo?". En el centro de este claustro se encuentra
la Fuente de las Nereidas (siglo XVIII), "seductoras marítimas y divinales
que ofrecen sus pechos verdosos al agua", en palabras de Álvaro Cunqueiro.
Se cuenta que un obispo, escandalizado por la exuberancia de los pechos
de las sirenas quiso retirar del lugar la "pecaminosa" fuente, pero
ni los bueyes más fuertes de los alrededores consiguieron moverla de
sus cimientos, lo cual fue interpretado como señal milagrosa y que no
debía ser trasladada a ninguna otra parte. El claustro mayor es también
conocido como el del Padre Feijoo, por la estatua, del escultor Asorey,
que se alza en su centro. El Padre Feijoo pasó catorce años en Samos,
como alumno y como profesor. En este claustro crece una variedad de
zarzamora sin espinas, que, se dice, procede de aquélla en la que cayó
en una ocasión San Benito, y la zarza escondió sus espinas para no dañar
al santo varón. En la planta alta, bajo cubierta, hay pinturas de tres
autores contemporáneos, que rivalizan en mediocridad. Resulta, de todos
modos curioso, ver "angelitos negros", a Sofía Loren (otros le encuentran
parecido con Sara Montiel) con hábito de benedictina, sirviendo a San
Benito; la mujer y la amante del pintor transformadas en seductores
arcángeles, y personajes de la política provincial de aquellos años,
como el gobernador civil, presidente de la Diputación y el abad Mauro
(1930 - 1972) en procesión cívica y de homenaje ante San Benito. Todo
un monumento a lo "kitsch" y al mal gusto.
La sacristía (siglo XVIII - XIX), octogonal dispone de una vistosa cúpula
casetonada. La iglesia tiene rasgos barrocos y clasicistas, es de planta
de cruz latina, bóvedas con lunetos y cúpula en el crucero; en las pechinas
aparecen los cuatro doctores marianos de la orden; San Anselmo, dotado
de "gafas" a la moda de la época. Entre los retablos cabe destacar los
de la Inmaculada, San Benito y San Juan Bautista.
Son muchas las anécdotas que se cuentan del ya casi mítico abad Mauro,
muchas de ellas probablemente apócrifas. Hay una especialmente significativa
que da cuenta del poder y la influencia que en la España franquista
tenía la Iglesia. Se cuenta que en los años 60 las autoridades educativas,
en consonancia con la Ley General de Educación decidieron eliminar las
escuelas unitarias y construir un colegio en Sarria, al que, entre otros
tendrían que acudir los niños de Samos. El pueblo se puso en pie de
guerra para intentar que también allí se construyese un colegio, y a
Madrid acudieron el alcalde y el abad a entrevistarse con los técnicos
del ministerio. Una vez allí, y cansado de oír el argumento de
que "pero si en Samos hay muy pocos niños", el abad, hombre de corta
estatura, pero de fuerte carácter y firme voz, pegó un puñetazo en la
mesa y exclamó: "¡Ustedes hagan el colegio, que los niños ya los haremos
nosotros!" Obvia decir que el colegio fue construido.
Saliendo de Samos nos encontramos, en Teiguín, con una pequeña capilla
dedicada a Santo Domingo de Silos. Seguimos por Pazcáis, pasando al
lado de la iglesia de Santalla de Pazcáis, en parte románica. Seguimos
a orillas del río Sarria entre bosques de chopos, robles y castaños
hasta Gorolfe, donde encontramos la capilla de Nuestra Señora de los
Milagros y más adelante, Veiga de Reiriz, en cuyo puente hay otro peto
de ánimas.
En la aldea de Perros se encuentra, además de una capilla de Nuestra
Señora del Camino, el Pazo de Balboa, solar de la madre del Padre Sarmiento.
En Aguiada se une esta variante con la de San Xil.
Habla Laffi: Se llega a una llanura hermosa y fructífera, muy abundante
en frutos, donde hay muchas casas, huertas y jardines, se pasa un río en el
que hay muchos molinos, luego se sube un poco y se llega a Sarria. Münzer,
sin embargo, no es tan generoso con la villa lucense y nos dice que el lugar
es montañoso y poco poblado, afirmando que la carne es el principal alimento
de sus habitantes (hoy en día la industria de derivados del cerdo tiene una
gran presencia en la zona, así como la de la madera), a los cuales describe
como muy poco aseados. En el Codex no se la menciona; hay una alusión a Sancti
Michaelis, pequeña aldea sobre cuya exacta ubicación no están todavía de acuerdo
los historiadores.
La villa fue fundada por Alfonso IX en el siglo XII, monarca que, casualidades
del destino halló la muerte, por causas naturales, en este mismo lugar
cuando se dirigía a Compostela como peregrino en el año 1230. Entre
otros hijos ilustres de la villa cabe destacar a fray Luis de Granada,
escritor ascético y modelo de predicadores y al escultor Gregorio Fernández.
Superada
la zona de edificaciones modernas y superado el río Sarria entramos
en el casco antiguo por la calle Mayor, repleta de casas solariegas
con escudo, balcones y galerías. En su parte final encontramos el antiguo
hospital de San Antón y la iglesia del Salvador, románica con portada
gótica en la que aparece un Cristo entre dos árboles, el árbol de la
vida, que según la tradición da fruto doce veces. El hospital, fundado
por los marqueses de Sarria par atender a los peregrinos funcionó hasta
el año 1839 y en él, incluso, se entregaban ocho maravedís a los peregrinos
que iban de regreso a sus hogares.
Un poco más adelante encontramos un torreón, el único resto en pie del
castillo destruido por la revuelta popular de los Irmandiños en 1467,
reconstruido y demolido definitivamente en 1860. En la cima, y antes
de iniciar el descenso hacia el río Celeiro se encuentra el convento
de la Magdalena, fundado también por Alfonso IX. Perteneció a la orden
de San Juan y hoy está habitado por los mercedarios. Es una mezcolanza
de diversos estilos artísticos. Son de destacar los sepulcros de nobles
de la comarca que se conservan en la iglesia. Antes de existir albergue
oficial en Sarria (año 1999) se daba cobijo en este convento a los peregrinos.
Descendemos hacia el río Celeiro, que cruzamos por un hermoso puente medieval
de nombre propio, Ponte Áspera, de cuatro arcos de medio punto. Desde aquí
y hasta Barbadelo cruzaremos una de las fragas (bosque autóctono de diversas
especies) más hermosas y mágicas del Camino, que en nada tiene que envidiar
a las descritas por Tolkien. Tras superar las aldeas de Paredes y Vilei llegamos
a Barbadelo, con una llamativa iglesia románica dedicada a Santiago. Existió
en el lugar durante la alta Edad Media un monasterio, con el tiempo anexionado
por Samos. La iglesia ha suscitado un gran interés por parte de arqueólogos
e historiadores y es sin lugar a dudas una de las más interesantes y bellas
del Camino. Tiene una esbelta torre poco habitual en las iglesias románicas,
sostenida por lo smuros y por arcos internos. En el tímpano existe una decoración
de rosetas en círculos y encima una figura humana. En el interior hay arcos
apoyados en columnas con capiteles de decoración vegetal. El retablo, barroco,
está presidido por un Santiago peregrino. Hasta este lugar también llegaban,
según el Codex, pícaros agentes de los hosteleros compostelanos. No se conservan
restos, pero es seguro que en el lugar debió de existir un hospital de peregrinos.
Hoy en día existe albergue de la Xunta de Galicia.
Desde Barbadelo seguimos hacia el norte por Mercado da Serra y Marzán.
Entre ambas localidades nos encontramos con una de esas "genialidades"
de las que tanto gustan algunos políticos, y que es una fuente decorada
con un enorme y horroroso "Pelegrín", digna de beber en ella con los
ojos cerrados. Discurrimos por una infinidad de pequeñas aldeas, como
Peruscallo, Cortiñas, Lavandeira y Casal. En todas ellas nos inundará
el fuerte olor a establo que sale de prácticamente todas las viviendas,
y es que estamos en una zona claramente ganadera. El olor llena e impregna,
pero no es molesto; puede resultar impactante para el peregrino urbanita,
pero a la larga termina por resultar hasta agradable y tierno. Como
escribió un anónimo peregrino en el libro del albergue de Ferreiros:
"¡En Galicia, hasta la mierda de vaca huele bien!"
Superada
Brea, llegamos a Morgade, con una curiosa fuente que representa la cara
de un diablo y una sencilla ermita dedicada a Santa Mariña en cuyo altar
los peregrinos suelen dejar escritos con toda clase de peticiones. Entramos
en el ayuntamiento de Paradela por Ferreiros, cuya clarísima etimología
hace referencia a las forjas aquí existentes y que permitían a los antiguos
peregrinos, como Manier, reparar el calzado y proveerse de alimentos
y herraduras para las caballerías. Hay albergue de peregrinos. Unos
cientos de metros más adelante encontramos en Mirallos la iglesia de
Santa María, trasladada a este lugar desde Ferreiros en 1790 piedra
a piedra. Se efectuaron algunas reformas, pero conservó su aspecto románico
original. Es de destacar la portada, con tres pares de capiteles y dos
arcos decorativos. Tras cruzar Cotarelo, Mercadoiro y Moutrás emprenderemos
el descenso hacia el Miño.
Desde Vilachá ya divisamos al fondo el pueblo de Portomarín. En las
cercanías se encuentran las ruinas de un antiguo monasterio, Ribaloio,
donde algunos historiadores, con escasa base documental, situaron los
orígenes de la orden de Santiago.
Avalancha de rudos peregrinos,
que rimaban sus trovas en el puente,
del antiguo poblado resurgente,
cabe el río de espejos cristalinos.
....................................................
El romero mira hacia poniente,
meditando sus últimos destinos.
Aquí, pleitos de nobles esforzados.
Aquí, retos antiguos y paisajes.
Aquí, templos artísticos sin fin.
Aguardientes de gustos refinados.
Peregrinos de sobrios equipajes.
Aquí, muro de fe, Portomarín...
Ramón Viso
Su nombre da a entender claramente la importancia que debió tener
siempre este lugar de paso sobre el río Miño. Es muy posible que ya
existiese un puente en la época romana. Del antiguo puente medieval
sólo se conserva un arco reconstruido frente al viejo puente de 1933,
sólo visible cuando las aguas del embalse están muy bajas, fue construido
por un tal Pedro Peregrino hacia 1120.
El viejo pueblo, hoy sumergido bajo las aguas del pantano de Belesar,
mostraba una valiosísima estructura viaria medieval, con dos barrios,
de San Pedro y de San Juan; este segundo núcleo tenía incluso un templo-fortaleza
y un hospital, que existió hasta 1944. Laffi y Cornide alaban en sus
relatos la exquisitez de las truchas y anguilas del Miño en este lugar.
En 1956 se inició la construcción del embalse, que condenó a muerte
al viejo Portomarín, declarado Conjunto Histórico en 1946, e inundó
la feraz vega que lo circundaba. En el colindante Monte do Cristo se
edificó el nuevo pueblo y a él se trasladaron algunos de los monumentos,
como la iglesia de San Nicolás, antes de San Juan, la de San Pedro,el
pazo del conde de la Maza y la casa de Berbetoros. Las opiniones sobre
la configuración del nuevo pueblo son diversas y apasionadas. Álvaro
Cunqueiro afirmo que tenía aire de cuartel o de casas baratas de arrabal.
La iglesia de San Nicolás, románica de los siglo XII-XIII, es de las
llamadas templo-fortaleza, de aspecto recio y firme, muestra en sus
portadas una clara influencia de la escuela del Maestro Mateo. En la
principal están representados los veinticuatro ancianos del Apocalipsis,
que llevan afinando sus instrumentos durante ochocientos años para un
concierto que se supone será "celestial". Digamos también, como curiosidad,
que los arquitectos que realizaron el traslado piedra a piedra (todavía
pueden verse los números en algunas) cometieron un "pequeño error",
la orientaron de forma equivocada, el ábside no está en dirección a
Jerusalén (oriente), como mandan los cánones.
Sería un sacrilegio gastronómico marchar de Portomarín sin probar la
deliciosa tarta de almendras y el aguardiente. Ésta ha dado lugar incluso
a la constitución de una Orden de Caballeros de la Alquitara.
Atravesamos aldeas como Taibo, Gonzar (con albergue) y Castromaior; esta
última con una pequeña iglesia románica del siglo XII. Enn Hospital da Cruz,
como su nombre sugiere, existió un hospital de peregrinos medieval.
Al llegar a Ventas de Narón entramos en el ayuntamiento de Monterroso.
Ascendemos por la sierra de Ligonde. A estos lugares, según el Codex,
acudían prostitutas para seducir a los peregrinos, haciéndose las encontradizas
con ellos.
Después de Prebisa hallamos una capilla dedicada a San Marcos, protector
de las cosechas y abogado contra las tormentas. También en este lugar
se encuentra un valioso cruceiro de 1674. Los cruceiros que aparecen
a todo lo largo de la geografía gallega han tenido y tienen múltiples
interpretaciones. Las encrucijadas han sido en todas las culturas primitivas
lugares de connotaciones mágicas y misteriosas, donde realizan sus aquelarres
las brujas y donde rinden culto al diablo. Así, para algunos los cruceiros
serían hitos sagrados con la misión de exorcizar el lugar en el que
se alzan. Se cuenta, incluso que los cruceiros pueden servir para librarse
de ser arrebatado por la Santa Compaña, las ánimas en pena que recorren
la geografía gallega en eterna y fantasmagórica procesión. Aquél que
tenga la mala fortuna de toparse con ella, si tiene cerca un cruceiro
deberá asirse al fuste con fuerza, si no, tendrá que unirse contra su
voluntad al fúnebre cortejo hasta que aparezca otro desgraciado que
le sustituya. Generalmente, estos monumentos fueron erigidos a expensas
de devotos que pretendían de esta forma expiar alguna culpa o agradecer
algún don.
En Ligonde existió también un hospital co cementerio de peregrinos.
Se cuenta que en una ocasión una pareja de novios peregrinos llegó al
lugar. Ella, exhausta, falleció de cansancio, y el compungido joven,
al ver a su amada muerta, falleció de dolor. Ambos fueron enterrados
aquí. Una sencilla cruz recuerda el lugar en el que estuvo ubicado el
camposanto.
Existen en el lugar varias casas blasonadas. En una de ellas, la de
Carneiro, se detuvo a comer el emperador Carlos V en el año 1520.
En
el alto de Eirexe se asienta la iglesia parroquial de Santiago y un
moderno albergue. Pasamos luego por el alto de Ximonde, en cuyas cercanías
se encuentra un castro que sirvió de refugio a bandoleros en pasados
siglos. No sabemos si también tendrá su "mouro". Éstos seres de la mitología
gallega serían una especie de magos o genios que están encerrados en
el lugar, son guardianes de fabulosos tesoros y estarían dispuestos
a compartirlo con aquellos que los liberasen.
En Lestedo existió también hospital. Entre Cruces y Porto encontramos
un desvío señalizado que nos conduce a Vilar de Donas, a unos dos kilómetros.
Aquí se encuentra el antiguo monasterio de San Salvador, perteneciente
a la orden de Santiago desde 1184. Fue casa capitular y sepultura de
caballeros de dicha orden. La iglesia es románica con planta de cruz
latina. El pórtico está precedido de una arcada gótica. En el interior
hay varios sepulcros de caballeros santiaguistas y un retablo de piedra,
del siglo XVI, con escenas del Descendimiento a la derecha y a la izquierda,
una escena en la que un sacerdote alza la Hostia, que algunos estudiosos
han relacionado con el milagro de O Cebreiro. También aquí, como en
San Juan de Ortega, la luz penetra por una ventana e ilumina el conjunto.
En la capilla mayor se encuentran las más valiosas pinturas góticas
de Galicia, que representan una delicadísima Anunciación y los famosos
bustos de las "donas" o señoras, a las que Álvaro Cunqueiro llamó "Giocondas
de Galicia" y cantó de esta guisa:
¡Ei, donas do Vilar,
de misteriosa y abstraída sonrisa,
levantad vuestros finos rostros y sonreíd,
que andan los galanes de la corte
con añoranzas vuestras!
A no ser que prefiráis verlos morir de amor.
Según tradición, el monasterio habría sido fundado por unas "donas"
o señoras, que serían las que aparecen retratadas con grandes tocados
de finos pliegues y miradas profundas y misteriosas. Una de ellas, incluso,
tiene nombre propio, "Doña Vela", deducción arriesgada de una inscripción
que hay bajo su busto.
El Alto del Rosario recibe este nombre porque allí los peregrinos, al
divisar en la lejanía el Pico Sacro, rezaban fervorosamente el rosario.
Aquí finalizaba la décimo segunda etapa del Codex Calixtinus. El
nombre con el que aparece, "Pallatium Regis" no se cree que haga referencia
a la existencia de algún pazo a palacio, sino a latinización del étimo prerromano
"palas", es decir cuevas. Tiene aquí su inicio también la comarca de la Ulloa,
acogedora y fértil, con montes y prados siempre verdes.
A la entrada encontramos la iglesia parroquial de San Tirso, que conserva
una portada románica del siglo XII. En una de las viviendas que todavía
conservan las portadas medievales aparece esculpida una concha jacobea,
posiblemente indicadora de la existencia de un hospital o mesón
de peregrinos. En la parte baja del pueblo se encuentra el llamado "Campo
dos Romeiros", donde éstos se agrupaban para emprender la decimotercera
y última etapa.
En las cercanías se encuentra el castillo de Pambre, uno de los pocos
que resistió la furia destructora de los irmandiños, inmortalizado por
autores como Emilia Pardo Bazán y Antonio López Ferreiro. Posee una
fuerte muralla y sólidos torreones. En su interior existe una capilla
románica, un sencillo hórreo y un cabazo, construcción de piedra o madera
sobre columnas de piedra para aislar el grano de la tierra. Fue propiedad
de la familia Ulloa, condes de Monterrey, protectores de los peregrinos,
al contrario que los señores de la fortaleza de Felpós, también en las
cercanías, que los esquilmaban y robaban. El arzobispo Berenguer puso
fin a esta situación asediando y rindiendo la fortaleza en 1321. Como
para borrar el pasado antijacobeo de Felpós surgió años más tarde una
leyenda que nos habla de un caballero francés, peregrino, que es herido
por bandoleros y recogido y curado en este castillo. Las dos hijas del
señor del lugar se desviven en su cuidado hasta que, recuperada la salud
y las fuerzas, continúa su camino. Al regresar de Santiago se casa con
la más joven de las muchachas y ambos marchan a Francia. La mayor, despechada
y triste, sube todas las mañanas a la torre para ver si su enamorado
regresa, hasta que fallece de pena y añoranza.
San Xulián do Camiño constituye un interesante conjunto etnográfico con un
caserío de piedra que rodea a la iglesia románica, cabazos, fuente y cruceiro.
Continúa el Camino por Casanova y Mato, con iglesia de San Juan y cruceiro.
En Porto de Bois hubo una batalla en 1371 entre Enrique de Trastamara y el
conde de Lemos, Fernando de Castro, en cuya tumba se inscribió: "Aquí yace
toda la lealtad de España".
En O Coto dejamos la provincia de Lugo y entramos en la de A Coruña.
Leboreiro es el "Campus levurarius" del Codex Calixtinus, en alusión
a la abundancia de liebres. La iglesia de Santa María es románica de
transición, con una sola nave, ábside circular y techumbre de madera.
En el tímpano de la portada hay un relieve de la Virgen, sentada, con
el niño en brazos y dos ángeles a los lados, que también tiene su leyenda:
la cercana fuente despedía un aroma especial por el día y por la noche
se envolvía en un suave resplandor. Los vecinos, viendo en esto una
señal del cielo, excavaron en el lugar y hallaron una imagen de la Virgen,
que llevaron solemnemente al altar mayor de la iglesia. Al día siguiente
la imagen volvió misteriosamente al pie de la fuente, y así ocurrió
varias veces hasta que se labró su efigie en el tímpano de la iglesia,
pudiendo así contemplar el paso de los peregrinos.
Después
de Leboreiro el Camino cruza el moderno polígono industrial de Melide.
En este lugar, los autodenominados "cabaleiros e donas do Camiño de
Santiago" se han erigido en un alarde de soberbia y orgullo un esperpéntico
"monumento" en el que figuran los nombres de los miembros de dicha asociación.
También a escasos metros existe un pequeño monolito granítico en recuerdo
de Miguel Ángel Blanco, asesinado por la ETA en 1996.
En Furelos nos encontraremos con una de los más bellos puentes de todo
el Camino de Santiago, ya citado por Aimeric Picaud. Fue construido
en el siglo XII y reformado en el XVIII, con cuatro desiguales arcos
de medio punto.
Se asienta esta villa en una zona rica en yacimientos arqueológicos como
castros, dólmenes y mámoas. Es cruce de caminos jacobeos, pues aquí llegaba
también el camino de peregrinos procedente de Oviedo, conocido en la comarca
como el "Camiño dovedo" (de Oviedo).
Se dice que el nombre de Melide podría proceder del de un hipotético
colono hispano-romano llamado Mellitus. Fue repoblado por Alfonso IX
y favorecido por el arzobispo don Berenguel de Landoria. De la importancia
que llegó a tener como lugar de acogida a peregrinos da cuenta el hecho
de que en 1575, cuando ya las peregrinaciones habían iniciado su decadencia,
la mayor parte de sus habitantes seguían siendo posaderos.
Debido a su situación, prácticamente el centro geográfico de Galicia,
fue escogida por los rebeldes Irmandiños en 1467 para celebrar su reunión
asamblearia. Aquí estuvo ubicado el principal convento de la Orden Tercera
de Galicia, e incluso, en 1978, con motivo de la constitución del primer
gobierno preautonómico de Galicia, sonó el nombre de Melide como lugar
emblemático a tener en cuenta entre los diversos barajados.
En el siglo XIX su comarca fue testigo de las correrías de la partida
carlista de Antonio López, el cual, hecho prisionero y ajusticiado,
fue descuartizado y sus restos expuestos en distintos cruces de caminos
a la entrada de Santiago.
En el centro urbano, Campiño de San Roque, está la capilla dedicada
a este santo, que, en su fachada muestra una portada gótica, que perteneció
a la iglesia parroquial de San pedro, derribada en el siglo XIX. A su
lado existe un cruceiro del siglo XIV, que para algunos investigadores
sería el más antiguo de Galicia, aunque para otros no se trataría en
sí de un cruceiro, sino de una cruz, a la que le fue añadido el fuste.
La Plaza del Convento alberga varios edificios importantes: la iglesia
de San Pedro, neoclásica, aunque mantiene el presbiterio gótico; una
mansión con el blasón de los Ulloa y una inscripción que recuerda su
condición de hospital de peregrinos. En este hospital ocurrió un divertido
suceso. Según las normas de la casa los lechos deberían ser compartidos
por parejas (del mismo sexo se entiende) para así doblar la capacidad.
Pues bien, una pareja (hombre y mujer) de peregrinos franceses intentaron
engañar a los hospitaleros vistiéndose ella con ropas de varón. Pasaron
la noche juntos, pero por la mañana se descubrió el engaño. Horrorizado,
el padre superior ordenó como castigo cortar el pelo al cero a la mujer
y obligar al hombre a consumir un brebaje elaborado por el padre boticario
a base de extracto de nenúfar, que supuestamente le inhibiría el deseo
sexual por una buena temporada y podría así hacer como un "casto varón"
el resto del Camino. El pobre peregrino enfermó gravemente y estuvo
a punto de fallecer; lo que no sabemos es sí recuperó su líbido al tiempo
que la salud.
Y no podemos abandonar Melide sin probar dos de sus especialidades gastronómicas,
el pulpo "á feira" y los melindres, deliciosos dulces de almendra bañados
en azúcar.
Ya en las afueras, encontramos el templo románico de Santa María de
Melide, con sepulcros góticos insertados en uno de los muros. En su
interior hay unas interesantes pinturas del siglo XV que representan
a la Santísima Trinidad, a los cuatro evangelistas, seis apóstoles y
dos ángeles músicos.
Pasado el lugar de Carballal nos encontramos con uno de los lugares más fotografiados,
con razón, del Camino en Galicia, un rústico puente de grandes losas de piedra
sobre el arroyo Catasol, un rincón precioso para sentirse fuera del espacio
y del tiempo, marco ideal para siestas de faunos y lamentos de ninfas enamoradas.
Imposible verlos pues el continuo paso de peregrinos ya los habrá desplazado
a otros rincones más ocultos, pero... "haberlos hailos"; estamos en la Galicia
profunda, auténtica cuna del realismo mágico, fuente de inspiración de Álvaro
Cunqueiro y Torrente Ballester.
A partir de este lugar, todavía cercano a Melide, el entorno vegetal
comienza a cambiar. Las especies arbóreas caudifolias, castaños, robles,
acebos... van dejando paso paulatinamente a coníferas de repoblación
y eucaliptos, que si bien dan mayor rendimiento económico, empobrecen
la tierra y el paisaje.
Desde aquí y hasta Arzúa, el Camino es un sube y baja continuo debido
a las depresiones formadas sucesivamente por los arroyos Valverde, Boente,
Ribeiral e Iso.
En Castañeda estaban los hornos donde se trataban las piedras calizas
que los peregrinos traían desde las cercanías de Triacastela para colaborar
en la construcción de la catedral.
Ya en las cercanías de Ribadiso, un moderno puente de hormigón supera
la N-547 Lugo - Santiago en un lugar en el que hasta 1994 existió una
tosca escalinata conocida popularmente como la "escalera de Borrell",
en "honra" del ministro durante cuyo mandato se había construido. Cuando
el propio Borrell sufrió en sus carnes, como peregrino, dicho paso,
ordenó inmediatamente la construcción del puente. Tras cruzar otro puente,
de muy distinta factura, elegante y medieval, encontramos el albergue
de peregrinos, a orillas del río Iso, en otro lugar realmente mágico
y encantador, ubicado en el mismo edificio que ocupó el hospital medieval.
Es tal la belleza de lugar, como dijimos, que ya en algunos documentos
medievales se poetiza el nombre como "Puente de Paradiso".
Es la última población importante (2.100 habitantes) antes de llegar a Santiago.
El único monumento digno de mención es la antigua capilla de la Magdalena,
del siglo XVI, con dos interesantes sepulcros en su interior. Tuvo también
un importante hospital en el Medievo.
Aquí transcurre la acción de uno de los milagros atribuidos al Apóstol
recogidos en el Calixtino: un peregrino pidió un pan por caridad a una
mujer que estaba cociendo en un horno. Ésta se lo negó, y cuando sacó
los panes del horno, se habían convertido en piedras. Más sabroso que
el pan, o buen complemento para éste es la especialidad gastronómica
de Arzúa, el queso, con denominación de origen y una feria monográfica
en el mes de marzo.
Superada Arzúa, discurrimos por aldeas como Preguntoño, A Peroxa, Calzada
y Calle, éstas dos últimas, como se puede apreciar fácilmente, con clara referencia
viaria en su nombre. En Calle hubo hospital dependiente del de Arzúa.
Poco
más allá de Salceda se encuentra el sencillo y emotivo memorial de Guillermo
Watt, con una inscripción que da cuenta de su fallecimiento el 25 de
agosto de 1993, y una hornacina con dos botas de bronce. Nuncan faltan
a su lado sencillas ofrendas de flores silvestres que los peregrinos
depositan en recuerdo y homenaje. En Brea existe otro pequeño monolito
en recuerdo de Mariano Sánchez Covisa, famoso líder de la ultraderecha
en los últimos años del franquismo y de la transición, fallecido también
en este lugar el 24 de septiembre de 1993.
De Santa Irene a Lavacolla el trazado histórico ha sido muy alterado
por diversas actuaciones: la N-547, concentraciones parcelarias, aeropuerto,
autovía...
En santa Irene existe una capilla del siglo XVIII que albergaba en una
hornacina una imagen de la santa, robada hace ya varios años y que no
ha sido reemplazada. Se dice que este agua tiene propiedades curativas
contra las enfermedades de la piel.
Finalmente, y tras cruzar varios bosques de eucaliptos, llegamos a las
cercanías de Lavacolla. Aquí, según el Calixtino, los peregrinos se
aseaban en el arroyo que cruza el lugar, para entrar limpios en Compostela.
En una época en la que la higiene no era nada común resulta significativo
que los peregrinos quisieran asearse extremadamente, incluso sus "partes
bajas", de ahí el topónimo. Otros autores, sin embargo, piensan que
esto fue pura invención de Aymeric Picaud y que la tradición no existía,
sino que la inventó él; el étimo podría ser también "navea collea",
río de piedras. No cabe duda de que resulta mucho más excitante y novelesca
la primera posibilidad.
Los
últimos kilómetros hasta el Monte do Gozo se hacen pesados y monótonos.
A mano derecha encontramos sucesivamente los nuevos templos de la comunicación
de nuestra época, es decir los estudios de Televisión Española y de
Televisión de Galicia.
Más o menos a la altura de San Marcos, los peregrinos medievales emprendían
una veloz carrera para disputarse el privilegio de ser los primeros
en divisar las torres de la catedral. El que lo conseguía era nombrado
"rey" de la peregrinación. Los apellidos franceses Roi, Roy, Leroy y
otros similares tuvieron seguramente su origen en esta costumbre. En
la mayoría de los casos la emoción era tanta que los peregrinos caían
de rodillas ahogados entre sollozos, cánticos y rezos. No es extraño,
por tanto que este lugar fuese bautiado como "Mons Gaudii". La denominación
francesa, "Montjoie" dio lugar al gallego "Monxoi".
Algunos eruditos, sin embargo, opinan que la verdadera cumbre "del gozo"
no estaría ubicada aquí, en San Marcos, sino en un colina cercana donde
han sido colocadas dos estatuas de bronce del escultor Acuña que simbolizan
a dos peregrinos transidos de emoción al contemplar la ciudad de Santiago.
En el Monte do Gozo sitúa también el Calixtino otro milagro de Santiago.
Veinte caballeros franceses se comprometen bajo juramento, antes de
iniciar su peregrinación, a no abandonar a ningún compañero que cayese
enfermo o impedido. En los Pirineos uno de ellos enferma gravemente
e, incumpliendo su promesa, sus compañeros le abandonan. Muere en soledad
y se le aparece el Apóstol a caballo, lo lleva por el aire hasta el
Monte do Gozo y le dice que comunique a sus malos amigos que su peregrinación
no tendría valor ninguno, pues de esa forma tan poco cristiana se habían
portado. En una capilla dedicada a San Lorenzo, desaparecida, se veneraron
durante muchos años unos restos que según la tradición habrían pertenecido
a este romero.
En 1993, con muy poco "sentido" jacobeo se construyó un inmenso y frío
complejo que incluye pabellones para albergue de peregrinos, hotel,
cámping, auditorio y el Centro Europeo de Peregrinaciones Juan Pablo
II.
¡Albricias, Monte do Gozo!
Los romeros, extasiados,
con lágrimas en los ojos,
alzan felices los brazos,
mientras caen de rodillas,
humildes, transfigurados,
en final apoteosis,
ante el mágico escenario
de la ciudad predilecta,
donde les urge Santiago...
(Ramón Viso)
A la vista de las torres de Santiago no queda más que caer de rodillas y llorar en atropellado tropel de sentimientos y desgranar entre lágrimas los versos del "Te Deum" [...] Lo único que entiende el peregrino es que lo que ocurre no entra en su razón, no puede razonarlo pero tampoco le importa. A Santiago sólo puede entrar el corazón.
(Vicente Malabia)
Antes de entrar en la ciudad superamos el barrio de San Lázaro, donde, como su nombre indica, estuvo ubicado un hospital de leprosos. Todavía se conserva el edificio, hoy sede de un organismo oficial. Por la Rúa dos Concheiros entramos ya propiamente en la ciudad. El nombre de esta calle hace referencia a los vendedores de conchas. El comercio de estos símbolos jacobeos llegó a ser tan importante que ya en 1200 el arzobispo Pedro Suárez de Deza lo reguló en régimen de monopolio.
Santiago de Compostela,
lluvia en las losas, el cielo
de piedra, y las piedras santas,
cielo románico y céltico.
Embozo de lluvia mansa
y terne, dulce consuelo,
llora riendo y se ríe
con tonada de gaitero.
Prisciliano y Rosalía,
morriña y botafumeiro;
cuenta leyendas remotas,
con sus conchas, el romero.
La muiñeira en la verdura
del arrabal solariego;
el Pórtico de la Gloria
abre su pecho gallego.
(Miguel de Unamuno)
Ronda los cien mil habitantes. Su designación como capital autonómica
de Galicia hizo que perdiera su carácter de "pueblo grande", con únicamente
dos grupos significativos y muchas veces contrapuestos de habitantes,
religiosos y universitarios. Hoy, Santiago, sin perder su carácter histórico
y monumental, es también una ciudad moderna, con un ensanche muy poco
atractivo arquitectónicamente, es cierto, pero también con una intensa
vida cultural y una atractiva oferta de diversión y esparcimiento, no
sólo cultural sino también gastronómica y de locales de copas y diversión
nocturna.
Son tantos los monumentos que atesora la ciudad que sería precisa una
guía para ellos solos. Nos limitaremos, por tanto, a los más importantes
y que tengan una relación directa con el Camino.
La Rúa dos Concheiros nos lleva hasta la de San pedro, donde estuvo
ubicado el monasterio de San Pedro de Fóra, destruido en 1839. Muchos
de los edificios de esta calle muestran relieves con signos como vieiras,
pinos, cruces, etc., que indicaban a qué institución estaban aforadas
(Catedral, Monasterio de San Martín Pinario, Hospital Real, Universidad,
etc.).
Antes de entrar en el recinto monumental encontramos en una pequeña
plaza el llamado Cruceiro do Home Santo, del siglo XV. Cuenta la leyenda
que un herrero, Juan Tourum, que había acaudillado una revuelta contra
el arzobispo Berenguel de Landoria, fue condenado a muerte y conducido
por esta calle al lugar del suplicio. El reo suplicó a la Virgen para
que lo librara de la vergonzante horca. Cayó muerto al instante, y la
imaginación popular dio en decir que había invocado a Nuestra Señora
con el grito de "¡Vén e váleme", y de ahí derivaría el topónimo del
lugar, "Bonaval".
A la vista están aquí mismo el edificio que alberga el Centro Galego
de Arte Contemporánea (obra de Álvaro Siza, 1993) y el convento de Santo
Domingo de Bonaval, que alberga en su interior el Museo do Pobo Galego
y el Panteón de Gallegos Ilustres, con los sepulcros de Rosalía de Castro,
Castelao, Fontán, Cabanillas, Brañas y Asorey. También aquí existe una
interesante y curiosa triple escalera de caracol, obra del arquitecto
Andrade.
Ya en zona peatonal y monumental discurrimos por Casas Reais, con pétreos
edificios sobrios y elegantes. Por una desviación a mano izquierda se
encuentra la capilla de Nuestra Señora del Camino (siglo XVIII) y a
su lado el curioso callejón cuyo explícito nombre ya nos dice de su
principal característica, "Sal se podes" ("Sal si puedes").
Más
arriba está la capilla de Ánimas (siglo XVIII), que, como casi todo
en Santiago, tiene también su anécdota. Se dice que el escultor, Prado
Mariño, se inspiró, para poner rostro a los malvados judíos de uno de
los grupos escultóricos de la Pasión, en algunos feligreses de la parroquia,
cosa que, como se puede suponer, no agradó demasiado demasiado a los
"retratados".
En la Plaza de Cervantes estuvieron ubicados el ayuntamiento y el rollo
de justicia. Actualmente en su centro hay una fuente de 1842 con una
alta columna sobre la que existe un no demasiado afortunado busto del
autor del Quijote. En esta misma plaza existe también una iglesia dedicada
a San Benito do Campo (siglo XVIII). También aquí tenemos el auténtico
"templo" gastronómico de los peregrinos, "Casa Manolo", ya una institución.
Bajamos hacia la catedral por la Acibechería, donde los trabajadores
del acibeche (azabache) elaboraban y elaboran todavía en sus talleres
diversas piezas de simbología jacobea y amuletos; pues no olvidemos
que ya en culturas paganas se atribuían a este material poderes mágicos.
En la fachada norte de la catedral se encuentra la Puerta de la Acibechería,
de estilo barroco y neoclásico. Frente a ella, el convento de San Martín
Pinario (siglo XVIII).
Por la Vía Sacra desembocamos ya en la plaza de A Quintana, donde se
encuentra la Puerta Santa, abierta sólo en años jubilares, y la espléndida
Torre del Reloj, de base gótica y remate barroco. Es conocida también
como la "Berenguela", nombre que en realidad recibe la solemne campana,
de la que cuentan, que en tiempos sin contaminación acústica, su grave
tañido se oía a treinta kilómetros.
La plaza del Obradoiro es el auténtico corazón de la ciudad. Además
de la monumental fachada de la catedral se encuentran en ella el Colegio
de San Xerome (siglo XV), actualmente sede del Rectorado; el Pazo de
Raxoi (siglo XVIII), actual ayuntamiento; y el Hostal dos Reis Católicos
(siglo XVI), antiguo hospital de peregrinos y actualmente hotel de lujo.
Para salvaguardar la tradición, a diario, se da da de comer gratuitamente
a diez peregrinos que acrediten su condición con la Compostela.
En el lugar en el que se alza la catedral existió en época romana un
cementerio, pagano primero y cristiano después. En su centro se encontraría
el sepulcro del Apóstol en un singular mausoleo. Sobre este mausoleo
se edificarán diversas iglesias entre los siglos I al VII. Durante el
siglo VIII parece ser que la zona estuvo despoblada y es a comienzos
del IX, siendo obispo de Iria Teodomiro, se descubre de nuevo el sepulcro.
Cuenta la leyenda que un ermitaño llamado Pelayo veía por las noches
unas extrañas luces en el lugar e informó de ello al obispo, quien,
a su vez, dio cuenta al rey Alfonso II del hallazgo. Éste mandó construir
una pequeña iglesia, sustituida por otra mayor durante el reinado de
Alfonso III (896).
Almanzor destruye el templo y la ciudad en el año 997, pero respeta
el sepulcro del Apóstol. El obispo San Pedro de Mezonzo y sus sucesores
reedificarán la iglesia en la primera mitad del siglo XI. Entre 1075
y 1078 Diego Peláez comienza las obras de la catedral románica. En 1112
se derriba la vieja iglesia y en 1188 el Maestro Mateo alza el Pórtico
de la Gloria. En este mismo siglo XII se construye el palacio episcopal.
Del siglo XVI es el claustro gótico y del XVIII la fachada del Obradoiro.
En su interior la catedral tiene tres naves, con cuatro capillas en
el transepto y cinco radiales en la girola. Su planta general y sus
estructuras son románicas, pero el exterior, sobre todo, sufrió grandes
cambios desde el siglo XVI al XVIII. Las obras comenzaron en 1078 y
la última piedra se colocó en 1124. El Pórtico de la Gloria, obra del
Maestro Mateo, fue construido a finales del siglo XII como prolongación
de la fachada y sobre una cripta para salvar el desnivel del terreno.
Domina el conjunto la figura de Cristo, sentado y rodeado de los Apóstoles
y flanqueados por Ángeles. Sobre todos ellos, los veinticuatro ancianos
del Apocalipsis. La columna de mármol que sostiene el arco en su centro
está rematada por la figura de Santiago, un Santiago que no muestra
la apariencia terrible del matamoros de Clavijo ni el gesto cansado
del caminante. Es éste un Santiago "gallego y peregrino", en palabras
de Pijoan, que recibe a sus devotos con una sonrisa de complacencia
y cariño. A sus pies, y en la misma columna está representado el árbol
de la génesis de Cristo, y en él, cinco huecos que dan fe de los millones
de peregrinos que han posado y posan allí su mano en actitud humilde
y suplicante. Algunos de los cicerones que mostraban la catedral decían
que correspondían a las huellas de los cinco dedos de Dios cuando decidió
variar él mismo la orientación del templo.
Las interpretaciones del Pórtico han sido varias: Cielo, Limbo, Infierno
y Purgatorio; las tres Iglesias; el Juicio Final; el Apocalipsis; el
libro cuarto de Esdras...
En
las jambas de las puertas, frente al Pórtico hay diversas estatuas.
Una de ellas representa a la bíblica reina Esther, con sus senos de
piedra rebajados por el celo inquisidor de un puritano arzobispo del
siglo XVIII. La imaginación popular interpreta que la sonrisa del profeta
Daniel, frente a ella, viene dada por este hecho.
"Rosalía de Castro cantó así a esta maravilla de piedra: ¿Estarán
vivos?, ¿Serán de piedra/ aquellos semblantes tan verdaderos,/ aquellas
túnicas maravillosas,/ aquellos ojos de vida llenos?/ Vós que los hicisteis,
de Dios con la ayuda,/ de inmortal nombre, Mestre Mateo:/ ya que ahí
quedaste humildemente/ arrodillado, háblame de eso;/ pero con esos vuestros
cabellos rizos,/ "Santo dos croques", calláis... y yo rezo La puerta
sur o de las Platerías muestra una curiosa distorsión entre la armonía
de su arquitectura y la desordenada profusión de sus esculturas, obra
de diversos autores, que en algunos casos provienen de otras puertas,
desmanteladas en siglos posteriores.
La fachada del Obradoiro está formada por dos torres de setenta metros
con decoración vegetal que refuerza el movimiento ascensional, un gran
retablo en el centro y un soporte horizontal. La fachada propiamente
dicha juega con el fingimiento de un interior más amplio y refuerza
el movimiento ascensional con decoración vegetal y elementos como: parteluz
de puerta y claraboya, escudo, ventanales superpuestos, arco, hornacina...
La obra escultórica es también muy abundante. Gerardo Diego cantó así
al impulso ascendente de las torres: También la piedra, si hay estrellas
vuela./ Sobre la noche biselada y fría/ creced, mellizos lirios de osadía,/
creced, pujad, torres de Compostela.
Una de las torres, la de la izquierda, es llamada "de la Carraca" por
el artilugio de madera que albergaba y que se utilizaba durante los
oficios de Semana Santa, ya que la liturgia prohibía usar las campanas.
En 1809 un grupo de soldados franceses se encontraban descansando en
el claustro cuando comenzó a sonar la aludida carraca. Como en su vida
habían oído semejante estruendo se imaginaron que un ejército de campesinos
con zuecos de madera y clavos incrustados se aproximaba hasta allí y
huyeron despavoridos. Este hecho de "carracas" que no de armas, es conocido
en la historia compostelana como el "Combate de la Matrácola".
Aparte del ya mencionado de colocar los dedos en la columna central del
Pórtico de la Gloria existen otra serie de ritos que los peregrinos cumplen
al finalizar su camino. Uno de los momentos más emotivos de la estancia en
la catedral era y es, sin duda, el abrazo a la imagen del Apóstol que se encuentra
en el altar mayor. En otras épocas, el santo no tenía la corona que orla su
cabeza, y los peregrinos colocaban su sombrero sobre la imagen para abrazarla
con mayor comodidad. Esto producía la consiguiente hilaridad de quienes desde
la nave central veían al santo cambiar continuamente de "tocado", lo que llevó
a las autoridades eclesiásticas a colocar la mencionada corona.
En la parte posterior del Pórtico de la Gloria hay una imagen arrodillada
que se cree representa al propio Maestro Mateo, y al que la imaginación
popular bautizó con el encantador nombre de "Santo dos croques" (coscorrones),
por la costumbre que popularizaron los estudiantes compostelanos en
el siglo XIX de golpear con la frente en la cabeza de éste para así
"contagiarse" milagrosamente de su inteligencia y sabiduría, tan precisas
en tiempos de exámenes.
Tras el Pórtico está enterrado el arzobispo Muñiz, con fama de nigromante,
y de quien se cuenta que encontrándose en Roma una Nochebuena, disgustado
por la parquedad de la cena, voló hasta Santiago, y tras cenar opíparamente
regresó a Roma otra vez por vía "aérea".
Tras contemplar absortos el funcionamiento del botafumeiro, primer "ambientador"
de la historia, los peregrinos medievales subían al tejado de la catedral
para quemar sus viejas ropas junto a la "cruz dos farrapos" (harapos).
Algunos afirmaban que quien no podía pasar por el agujero que tiene
en el medio se hallaba en pecado mortal.
En la llamada Capilla de la Comunión se entregaban desde el siglo XVI
al XVIII los títulos de Licenciado, Maestro y Doctor de la Universidad,
bajo la presidencia del arzobispo. Un curioso y ridículo incidente terminó
con esta costumbre secular. Un lluvioso día de 1734 dos estudiantes
se negaron a ceder el paso en una acera a dos canónigos para no mojarse.
El cabildo catedralicio montó en cólera por tamaña falta de respeto
y fue enviado un oficio a la Universidad en el que se instaba a que
"en lo sucesivo buscasen otra iglesia para estos actos; que no concurriesen
allí más con tal objeto y que ni tocaban campanas, ni música, ni enviaban
ministriles para los grados".
En la capilla de Nuestra Señora la Blanca los peregrinos veían una de
las cuentas del rosario de Santiago, lo que nos da cuenta de hasta qué
extremos llegaba la devoción por las reliquias, falsas en la mayoría
de los casos. Y por supuesto es imprescindible la visita a la cripta,
bajo el altar mayor, donde se encuentra el arca de plata que guarda
los restos del Apóstol, reabierta desde 1885, pues en el siglo XVI,
ante el temor de una invasión inglesa, las reliquias fueron tan bien
ocultadas que no se encontraron hasta esta última fecha.
En época medieval pocos peregrinos disfrutaron de este privilegio y
aunque se sabía que el cuerpo de Santiago yacía en la cripta se aseguraba
que nadie lo había visto. Se contaba la leyenda de que había existido
un santo obispo que celebraba misa en aquel lugar ayudado por dos ángeles.
Un sobrino suyo quiso averiguar si era verdad y quedó ciego, aunque
luego recuperó la vista gracias a los rezos de su tío. El sucesor del
obispo santo no se tenía por menos y quiso también oficiar en la cripta,
pero mientras se revestía, su cuerpo se partió en dos, y desde entonces
nadie se atrevió a entrar en aquel lugar sagrado.
Era
tal el afán que ponían los devotos por pasar la noche lo más cerca posible
del cuerpo del Apóstol, que esto provocaba en ocasiones riñas violentas
que más de una vez desembocaban en heridas y muertes. Como ello conllevaba
la necesidad de una nueva consagración del lugar, al haber sido profanado,
el Papa Inocencio III autorizó al arzobispo de Santiago en 1207 a sustituir
las engorrosas ceremonias de consagración por una sencilla purificación
a base de agua bendita, vino y ceniza.
También las campanas fueron objeto de fabulosas leyendas. Se decía que
cerca de la cruz que remata la cúpula había una torre con dos campanas
partidas a propósito, dado que su sonido provocaba abortos y malos partos.
Se decía que una de las campanas había sonado misteriosamente cuando
ocurrió el milagro del ahorcado en Santo Domingo de la Calzada y también
cuando San Luis, rey de Francia, entró en la catedral. Lo que sí es
historia y no leyenda es que Almanzor, tras destruir la ciudad, decidió
llevarse a Córdoba como botín las campanas. Éstas fueron transportadas
a hombros de prisioneros cristianos y utilizadas como lámparas en la
mezquita de la capital del califato. En 1236, conquistada Córdoba por
Fernando III, las campanas volvieron a Santiago a hombros de prisioneros
musulmanes.
En los Años Santos, cuando el día 25 de julio, festividad del Apóstol,
es domingo, la Puerta Santa es abierta en una solemne ceremonia. Durante
esos doce meses todos los que visiten la catedral pueden beneficiarse
de los más altos favores espirituales, es decir la indulgencia plenaria.
Para obtenerla se requiere: visitar la catedral, confesar y comulgar
quince días antes o después a la realización de la visita o durante
ella y orar por la Iglesia y por las intenciones del Papa.
En las cercanías de Santiago se encuentra el Pico Sacro, lugar al que los
discípulos de Santiago se dirigieron por indicación de la pagana Reina Lupa,
señora de aquellos lugares, para uncir dos bueyes al carro en el querían transportar
el cuerpo de su maestro. Pero allí no había bueyes, sino toros bravos. Cuando
los incautos discípulos pensaban que aquellos fieros animales los iban a destrozar,
hete aquí que los astados, a la vista del cuerpo sagrado, se amansaron y dejaron
uncir al carro. Llevaron éste a su "libre don" y el lugar en el que se detuvieron
fue llamado así, Libredón. Allí fue enterrado el Apóstol.
San Francisco de Asís, peregrino también por amor al Apóstol, deseaba
fundar un convento en Compostela, y encargó a un jovencito carbonero
llamado Cotolay, que se había hecho amigo suyo, la misión. Éste le manifestó
la imposibilidad de hacerlo dada su humilde condición y falta de medios.
Pero San Francisco buscó con él el lugar apropiado, en un terreno perteneciente
al monasterio de San Martín Pinario, acordando con el abad el pago de
un cesto de peces anualmente. A continuación, el Santo de Asís mandó
a Cotolay que excavase junto a una fuente que había en el lugar. Así
lo hizo y encontró un cofre lleno de monedas de oro, con el cual pudo
cumplir la empresa encomendada.
En la Plaza del Toural se encuentra el Palacio de Bendaña, coronado
por la figura de Atlas sosteniendo el globo terráqueo. Según la tradición,
el gigante dejará caer la bola el día que pase por aquel lugar una estudiante
de quinto curso virgen según unos, o simplemente una joven de más de
quince años, según otros.
En las afueras de la ciudad, y a la vera del Camino Meridional, Mozárabe
o Vía de la Plata, se encuentra la colegiata de Santa María del Sar,
del siglo XII, que llama la atención por la fuerte inclinación que presentan
sus muros y columnas. Se han barajado múltiples hipótesis para tratar
de explicar el hecho como un posible un movimiento sísmico o la configuración
del terreno. Pero hoy en día la versión más aceptada es la de que el
arquitecto obró así a conciencia sin que sepamos si le movió algún motivo
estético o de otro tipo.
El obispo Adaulfo fue acusado ante el rey Alfonso III de sodomía por
unos siervos desleales. El monarca puso el caso en manos de la Divinidad,
es decir proclamó el "juicio de Dios". El obispo tendría que enfrentarse
sin defensa de ninguna clase a un toro bravo espoleado por una jauría
de fieros canes. Tranquilo, sabedor de su inocencia, Adaulfo se plantó
con sus ornamentos ante la temible bestia, y ante el asombro de todos
el toro se tornó como un humilde corderillo y humilló su testuz ante
el prelado. Los falsos acusadores fueron condenados a servir a perpetuidad
en los trabajos más humildes de la catedral.
De uno de los primeros obispos de Santiago, llamado Gundesindo, se cuenta
que llegó a la sede por medio de maniobras irregulares, y que, por ello,
a su muerte, su madre y otros familiares dudaban de su salvación. La
acongojada mujer rezaba día y noche ante la tumba del Apóstol por el
alma de su hijo y pedía al cielo una prueba de su destino en la otra
vida. Una noche, rendida por el sueño, se despertó sobresaltada
creyendo que alguien había prendido fuego a los libros sagrados que
se encontraban en un armario cercano. Cuando comprobó que se trataba
de una falsa alarma, volvió a dormirse y oyó una voz que le decía: -"Sabe
que tu hijo ha sido admitido esta noche en la compañía de los escogidos".
Continuemos con historias y leyendas de obispos y arzobispos, fuente
inagotable. Hasta no hace muchos años se podía oír a las niñas
de Santiago cantar mientras jugaban al corro: "Pretiño da Rúa Nova,/
xunto á Casa da Balconada! mataron ó arzobispo/ por ciumes (celos) dunha
madama". Se cuenta que el arzobispo don Suero había violado a la
hermana de un noble gallego, Fernán Pérez Churruchao, y éste procedió
a vengar la afrenta dando muerte al arzobispo en plena procesión del
Corpus.
Un conde transpirenaico, Alberico Canogio, mientras peregrinaba a Compostela,
fue asesinado por un rival en amores. Su prometida, Rosuida, hizo conducir
el cadáver hasta Santiago, donde una bandada de palomas lo recibió e
indicó el lugar donde debía ser sepultado. Allí se fundó el Monasterio
de Santa María de Conxo, en el cual profesó como esposa de Cristo, Rosuida.
Guillermo, Duque de Aquitania, decidió ya en su senectud peregrinar
a la tumba del Apóstol y falleció mientras se encontraba en la catedral,
una vez concluida su peregrinación. Este hecho disparó la imaginación
de algún trovador o juglar, que compuso una de las más bellas poesías
de tema jacobeo en lengua gallega, el Romance de don Gaiferos de Mormaltán:
¿A dónde irá aquel romeiro,
meu romeiro a dónde irá?
Camiño de Compostela,
non sei se alí chegará.
Os pes leva cheos de sangue
e non pode maís andar.
¡Malpocado, probe vello!
Non sei se alí chegará.
Ten longas e brancas barbas,
ollos de doce mirar,
ollos garzos, leonados,
verdes como a auga do mar.
-"¿A dónde ides, meu romeiro,
dónde queredes chegar?"
-"Camiño de Compostela,
donde teño o meu fogar.
Compostela é miña terra,
deixeina sete anos hai,
relocinte en sete soles,
brilante como un altar.
Cóllase a min, meu velliño,
imos xuntos camiñar,
eu son troveiro das trovas
da Virxe de Bonaval".
-"Eu chámome don Gaiferos,
Gaiferos de Mormaltán.
Se agora non teño forzas,
meu Santiago mas dará".
Chegaron a Compostela
e foron á catedral;
desta maneira falou
Gaiferos de Mormaltán:
-"Gracias, meu Señor Santiago,
a os vosos pes me tes xa.
Se queres tirarme a vida,
pódesma, señor, tirar,
que eu morrerei contento
nesta santa catedral ".
E o vello das brancas barbas
caeu tendido no chan.
Pechou os seus ollos verdes,
verdes como a auga do mar.
O obispo que isto veu,
alí o mandou enterrar:
Así morreu, meus señores,
Gaiferos de Mormaltán.
Este é un dos moitos milagros
que Santiago Apóstol fai.
De la Virgen del convento de Santa Clara se cuenta, como en muchos
otros lugares, que sustituyó en sus quehaceres a la hermana tornera
cuando ésta, enferma de amores, huyó del convento con un galán. Retornada
y arrepentida se apercibe de que nadie ha notado su ausencia pues Nuestra
Señora había tomado su aspecto y desempeñado a la perfección su trabajo.
Allá
por el siglo XVI salió del pueblo de Almonacid, en la provincia de Toledo,
un joven que decía llamarse Juanico, en peregrinación a Compostela.
Al finalizar su romería entró a servir de criado en el convento de franciscanos,
donde fue tal su humildad, piedad y devoción que, a los pocos años fue
elegido donado, una suerte de orden menor. Debió de remorderle la conciencia
en tales circunstancias y fue entonces cuando descubrió el secreto que
tantos años había guardado: no se trataba de "un", sino de "una" joven.
El "malentendido" fue reparado con buenas formas, algo no demasiado
habitual en la época. Como su estancia en el convento era de todo punto
imposible, fue "traspasada" al de las clarisas de Pontevedra, donde
además del hábito tomó el nombre de Sor María de San Antonio. Se cuenta
que hasta su ancianidad tuvo que relatar cientos de veces a sus curiosas
compañeras de orden su peregrinación como "Juanico". Es una verdadera
lástima que no hubiese puesto por escrito sus memorias. Y una duda nos
queda, ¿contaría también a sus compañeras algunos secretillos de los
frailes de Santiago?
Un
anciano caballero, viudo, militar retirado, héroe de la Guerra de la
Independencia, que habitaba en las cercanías de Compostela, tenía una
única hija, Áurea María, cuyo destino sería, a la muerte de su progenitor,
el claustro conventual. Pero hete aquí que una noche de tormenta llamó
a la puerta del viejo caserón un peregrino que pedía posada y cobijo.
Una vez repuesto, contó a sus hospitalarios anfitriones como había decidido
peregrinar a Santiago para dejar sobre la tumba del Apóstol las medallas
que su difunto padre había ganado luchando contra los franceses. Era
tal la energía y donosura con que Luis, que tal era el nombre del mozo,
contaba su vida y aventuras, que Áurea comenzó a amarlo en aquellos
mismos momentos, amor correspondido por el agradecido peregrino.
Cuando Áurea comunicó a su padre su intención de no acogerse a sagrado,
puesto que deseaba contraer matrimonio con Luis, el viejo militar montó
en cólera y recluyó inmediatamente a su hija en el convento. Pero los
amantes no se arredraron y planearon un plan de fuga. Durante un año,
y valiéndose de un pícaro mendigo que llevaba escapularios a las cándidas
monjitas, fueron urdiendo todo lo necesario. Por fin, un día
de mayo de 1833, a la medianoche, acudió Luis con dos rufianes al pie
de la ventana de Áurea. Ésta se descolgó por una cuerda, pero ¡ay! el
cáñamo se quebró y el cuerpo de la desventurada joven cayó al vacío
estrellándose contra el suelo. A duras penas, los dos pícaros consiguieron
llevarse consigo a un petrificado Luis. Así glosó Valentín lamas Carvajal
el suceso: "Pobre virgen, pobre mártir,/ desde un cielo desterrada/
vino al mundo destinada/ para llorar y sufrir; murió sola y olvidada/
de cuantos hubiera amado,/ ¡ni un ser se hallaba a su lado/ al momento
de morir! Dios, que recoge en su seno/ el alma de los que sufren,/ Dios,
que es Santo, Justo y Bueno,/ que todo lo sabe y ve,/ el alma de Sor
María/ habrá en el cielo acogido,/ que aunque sacrílega ha sido,/ también
una mártir fue.
"O que vai a Compostela
fai ou non fai romaría
se chega ou non a Fisterra "
(Popular)
Una
vez cumplidas todas las devociones y ritos de peregrinación y conseguidas
las gracias jubilares, muchos peregrinos continuaban viaje hasta el
Finis Terrae de los romanos, el fin del mundo que había llenado de pavor
religioso a Décimo Junio Bruto. Cuando éste llegó al promontorio con
sus legiones se sintió sobrecogido al contemplar como el sol se "hundía"
en el mar.
Está demostrado que en estos lugares existieron cultos astrales, panteístas
y litolátricos, anteriores a la romanización. Martín de Braga compuso
en 572 un opúsculo titulado "De correctione rusticorum" para luchar
contra las supersticiones rurales. Con el tiempo, además de estas actitudes
surgieron otras más partidarias de adoptar y adaptar los ritos paganos
a los cristianos. Así, surgieron leyendas como el de la ciudad de Dugium,
hipotética corte de un malvado rey que persigue a los discípulos de
Santiago, que por instigación de Lupa habían acudido allí a pedirle
un lugar donde sepultar el sagrado cuerpo. Cuando el ejército perseguidor
cruza un puente sobre un caudaloso río, éste se derrumba, falleciendo
todos los soldados y caballerías al igual que había sucedido con el
los egipcios en el Mar Rojo.
La
presencia de estos discípulos convierte por tanto a la zona en otro
punto referencial para los peregrinos. Un Cristo crucificado que "aparece"
flotando en el mar se convierte en foco devocional con un claro simbolismo:
el mar representa la muerte, vencida por Jesús resucitado. La imagen
es muy similar a las de Burgos y Ourense.
También en las cercanías de Finisterre se encuentra el "lecho de piedra
de San Guillermo", en el cual tenían que yacer las parejas que deseaban
tener descendencia. Esta tradición aparece en muchos otros países de
cultura celta y atlántica. Para algunos, este "lecho" podría ser el
"Ara solis", lugar de culto ancestral al sol.
En Muxía se sitúa una aparición mariana muy similar a la del Pilar en
Zaragoza. La virgen llega por mar en una barca de piedra para dar ánimos
a Santiago y los restos del navío quedan desperdigados por el lugar
como prueba del milagro y adquieren poderes mágico-curativos. La Pedra
de Abalar (vela) sólo podrá ser movida por aquellos que estén en gracia
de Dios; la Pedra dos Cadrís (casco) cura los dolores de espalda de
aquellos que pasen bajo ella siete veces. De esta forma, un lugar de
clarísimo culto litolátrico fue plenamente "asimilado".
Por todo ello, el ciclo peregrinatorio tiene un perfecto final en esta
comarca, e incluso se han trasladado hasta aquí ritos que antes se practicaban
en Santiago y sus cercanías, como son el del baño ritual o la quema
de los viejos ropajes, que muchos romeros realizan entre las rocas de
la punta del cabo.
Constantino Chao
EL REGRESO
Desde Santiago se puede optar por regresar en avión, autobús o tren. Cada
uno, en función de sus posibilidades y circunstancias, tendrá que escoger
el medio que más se le adecúe. Lo que sí es preciso tener en cuenta es que
en los meses de verano, si no se ha hecho reserva previa, resulta a veces
complicado encontrar billetes; por eso conviene ser previsor.
LA "MORRIÑA"
Muchos peregrinos experimentan al llegar a Santiago una cierta desazón, pues
no querrían que el Camino terminase. ¡Han sido tantas y tan ricas las experiencias
vividas! Es claro que se han vivido momentos buenos y otros no tan buenos,
pero incluso aquellos en los que se estuvo a punto de arrojar la toalla a
causa del cansancio, físico o psicológico, se convierten ahora en un inagotable
cúmulo de recuerdos, anécdotas y vivencias y sobre todo energía de la que
echar mano en los duros momentos del día a día.
Es ahora, después de haber dejado Santiago, cuando te darás cuenta de que
por fin mereces el nombre de "peregrino" y que ya nunca dejarás de serlo.
Comprendes con claridad el significado y el simbolismo de la palabra; comprendes
también que el Camino es una metáfora de la vida y que por tanto toda tu vida
estarás en "camino".
ULTREIA E SUSEIA! HERRU SANCTIAGU! GOT SANCTIAGU!