El progresivo proceso de incorporación social de las personas con discapacidad
está alterando el núcleo de preocupaciones e intereses que este
grupo ciudadano venía manifestando históricamente con más
énfasis. De la atención a las necesidades más básicas,
hemos pasado – o estamos pasando – al reclamo de la atención
a necesidades más sofisticadas. Conforme se van cubriendo los aspectos
más primarios (unos ingresos mínimos que permitan atender con
dignidad a los requerimientos vitales, el acceso a la educación, a un
empleo, etc.,) la persona, en este caso, la persona con discapacidad, dirige
sus anhelos y aspiraciones a otros aspectos más elaborados, de una mayor
cualificación, pero igualmente relevantes para llevar una vida personal
y comunitaria plena, deseo de todo ser humano. Entre estos aspectos, cabe resaltar
los referidos al acceso a la cultura, al ocio, al goce y disfrute, sin restricciones,
de los bienes culturales, históricos y de esparcimiento. El grado de
desarrollo humano depende, en gran medida, de la relación que la persona
tenga con esos bienes y valores.
Este proceso se ha producido de un modo especialmente acusado en las últimas
décadas en lo que atañe al turismo, tomada esta expresión
en su más amplio y noble sentido. Las personas con discapacidad van incorporándose
al disfrute de los bienes turísticos, a pesar de las barreras y dificultades,
de toda índole, que estos todavía presentan. Por motivos de estricta
justicia – se ha de asegurar a toda persona, con independencia de sus
circunstancias, el acceso regular y sin discriminaciones a todos los bienes
sociales, incluidos los turísticos -, las personas con discapacidad han
de tener asegurado el acceso regular y normalizado al turismo y al ocio.
Es obligación de los poderes públicos hacer efectivo ese derecho
sin discriminación, y aconsejable para los operadores y agentes del sector
turístico captar las potencialidades de las personas con discapacidad
como clientes futuros y dar satisfacción a sus necesidades y demandas
como consumidores y usuarios de servicios y bienes turísticos.
En este contexto se ha de enmarcar la meritoria iniciativa de Ibermutuamur de
elaborar y editar la presente Guía del Camino de Santiago para personas
con discapacidad. Más encomiable, incluso, por no ser Ibermutuamur ni
un poder público, ni un agente del sector turístico, sino una
Mutua de Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales de la Seguridad
Social, una agrupación de empresarios, dicho lisa y llanamente, que conscientes
de la responsabilidad social de toda organización de empresarios, decide
promover acciones sociales a favor de grupos ciudadanos excluidos o en riesgo
de exclusión, como son las personas con discapacidad. No es la primera
vez, ni será la última, que Ibermutuamur, marcando pautas e innovando
en su sector de actividad, lleva a cabo programas o acciones de un nítido
contenido social en beneficio de las personas con discapacidad. Ya ha dado sobradas
muestras en este terreno, como, por ejemplo, la espléndida Guía
de Recursos para Personas con Discapacidad (volúmenes I y II), herramienta
informativa de enorme valor que nos ayuda a orientarnos en el intrincado dédalo
de las ayudas, apoyos y asistencias existentes o disponibles para las personas
con discapacidad y sus familias.
La Guía del Camino de Santiago es un paso más y un paso firme
en esa dirección. Conecta, como se decía antes, con las necesidades
más elaboradas de las personas con discapacidad y pone a su disposición
una información valiosísima sobre un patrimonio histórico,
cultural y espiritual de la máxima relevancia. Abrir el Camino de Santiago,
como lo hace esta Guía, a las personas con discapacidad es una contribución
sumamente reseñable al objetivo de generalizar y extender el acceso de
estos ciudadanos a los bienes turísticos más valiosos.
Pero el mérito de la Guía en relación con la discapacidad
no se agota ahí, en ese valor instrumental de ofrecer de forma ordenada
y amena un caudal semejante de información, sino que se enriquece con
el hecho de haber sido elaborada en buena medida por personas con discapacidad,
por personas que trabajan y prestan sus servicios en iniciativas empresariales
de carácter social de Ibermutuamur. A los valores externos, incuestionables,
se une el valor intrínseco de ser el resultado de la labor de personas
con discapacidad, capaces de realizar un trabajo con tanta solvencia y calidad.
Leyendo o consultando esta Guía, que el fecundo compromiso social de
Ibermutuamur nos ofrece hoy, transitaremos con la mejor compañía
por los caminos de la historia, el espíritu y la cultura; conforme vamos
andando por sus sucesivas páginas, vamos ensanchando nuestros horizontes
vitales y humanos. Sólo los mejores libros pueden ofrecer tanto.