La historia del Camino de Santiago está plagada de relatos de peregrinos
en los que, al trabajo cotidiano de superar lo agreste del camino, se
sumaba un centón de dificultades (robos, extorsiones, abusos; todo
aquello de lo que se da noticia en la parte introductoria de esta misma
guía) que hoy han sido superadas, pero en algún modo, perdura
la dureza – sentida por muchos como parte misma de la peregrinación
– de la propia senda de romeraje.
Cierto es que la Administración ha suavizado las condiciones del
tránsito en varios tramos, y no es menos cierto que las inclemencias
del tiempo vuelven, de manera sorpresiva en muchos casos, a manifestarse
en las rodaduras de los caminos, convirtiéndolos en intransitables
para las personas con algún tipo de discapacidad: motóricos
y ciegos en particular. Extremo que ha sido tenido en cuenta en la redacción
de esta guía. No obstante, el Camino sigue siendo una aventura
para todos, y este dato debe ser tenido en cuenta de manera singular para
las personas con discapacidad, a quienes les resulta imprescindible cerciorarse,
con anterioridad a cualquier etapa, de las reales condiciones físicas
en que se encuentra la senda de peregrinación para sus propias
posibilidades.
Aquí hemos puesto el mejor empeño en ilustrar sobre el estado
de la "rodadura" y los accidentes del terreno por el que discurre
la senda de peregrinación; sin embargo, una vez más, la
realidad cambiante (fuertes lluvias, roderas de tractores, obras, etc.)
puede deparar sorpresas, por lo que consideramos oportuno advertir, como
previo, de esta singularidad del Camino del Apóstol, que, pese
a todo, les animamos a recorrer. |